Este programa, financiado con un importante préstamo de 75,1 millones de dólares del Banco Mundial, tenía como objetivo revitalizar las pesquerías del país, fomentando el crecimiento económico en las comunidades costeras y al mismo tiempo dirigiendo el sector hacia la sostenibilidad.
Sin embargo, a pesar de las grandes esperanzas de un cambio transformador, la iniciativa parece haber topado con un obstáculo. Han surgido importantes preocupaciones sobre el incumplimiento por parte del INCOPESCA de las normas de gestión financiera, lo que ha planteado dudas sobre la utilización efectiva de los recursos asignados.
Hallazgos recientes de la Contraloría General de la República (CGR) revelan fallas significativas en la ejecución de recursos dentro del Programa 3, Desarrollo Sostenible de la Pesca y la Acuicultura, con fondos inactivos desde 2022.
La revelación de recursos no utilizados, junto con crecientes obligaciones financieras, pone de relieve una realidad desalentadora: los beneficiarios previstos, es decir, los pescadores y las comunidades costeras, se quedan esperando mejoras tangibles prometidas por el programa.
Sin embargo, Heiner Méndez Barrientos, presidente ejecutivo del INCOPESCA, enfatizó el papel indispensable de la investigación en el combate a la pesca ilegal y la sobreexplotación durante una reciente comparecencia ante la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa.
Sin embargo, persisten las preocupaciones con respecto al progreso de los estudios científicos integrales del proyecto apoyado por el Banco Mundial.
En particular, especies clave vitales tanto para el sector pesquero como para el turismo, como el atún, aparentemente han sido pasadas por alto en los esfuerzos de investigación. La negligencia de la autoridad pone en peligro la sostenibilidad y la prosperidad a largo plazo del sector pesquero de Costa Rica.
Del mismo modo, la notoria ausencia de una participación significativa de los pescadores y las partes interesadas genera preocupaciones sobre la inclusión y transparencia del programa. La supervisión de la participación de quienes dependen directamente de la pesca subraya la necesidad de una reevaluación de los procesos de toma de decisiones para garantizar una representación equitativa.
La pesca sostenible no es simplemente un imperativo ambiental sino una cuestión de justicia social. Si bien el programa presenta una oportunidad sin precedentes para fortalecer la gobernanza e invertir en prácticas pesqueras sostenibles, su eficacia depende del compromiso genuino, la gestión eficiente y la participación activa de todas las partes interesadas.
Mientras Costa Rica se encuentra al borde de un cambio transformador en su industria pesquera, es imperativo que las autoridades y la sociedad civil redoblen esfuerzos para salvaguardar la integridad y eficacia del programa.
El potencial de la pesca sostenible está a nuestro alcance, pero sólo a través de una acción concertada, una gobernanza inclusiva y una dedicación inquebrantable se podrá hacer realidad esta visión. No permitamos que los obstáculos burocráticos y las ineficiencias descarrilen el camino hacia un sector pesquero próspero y sostenible.